Es hermoso el otoño en primavera. Fue lo que vimos y aprendimos en la Ciudad de Monterrey. La suave y a ratos veloz ventisca de la sierra, el caminar confiado de estudiantes por el campus universitario, su atención en las aulas; y las amenas conversaciones de jóvenes en cafeterías, de profesores y quién sabe que talento de talla superior, confundido en vestimenta pero no en saberes. Todos ligeramente arropados. Era el mes de diciembre.